Oración del Perdón
En nuestra Residencia, hemos tenido la suerte de llevar a acabo una actividad de reflexión-oración que ha surgido como iniciativa de una nueva comisión para este curso 2019- 2020.
Semanas antes, nos habíamos reunido para organizarnos.
Nuestro objetivo era buscar cada mes un momento de parón en nuestra rutina para pensar, agradecer y reflexionar sobre nosotras y nuestras vidas. La Residencia, por su carácter cristiano no quiere dejar de proponer momentos de encuentro con el Señor en clave de oración y que tan bien vienen.
No obstante, siendo conscientes del grado de libertad que la Residencia quiere dar a cada una de nosotras en los asuntos del corazón -y la fe es un asunto del corazón-, nuestra intención era ofrecer una actividad que pudiera ser acogida tanto por las que tuviesen una vida espiritual y de fe más profunda como para las que simplemente buscasen un rato de reflexión y de dialogo interior.
De cualquier manera, desde un principio hemos tenido claro que la capilla es el lugar idóneo para llevarla acabo por el ambiente de silencio y de paz que en ella podemos encontrar, además de por la clara presencia de Dios, que para muchas de las residentes será de vital importancia en estos ratos de parón.
En este primer momento, hemos querido centrarnos en el perdón.
Algo que consideramos necesario para desprendernos de aquellas acciones que realizamos a menudo pero muchas veces sin darnos cuenta. Al pararnos a pensar nos damos cuenta de que no estamos orgullosas de ellas y queremos sacarlas de nuestro corazón entregándoselas a Jesús para que el las pueda transformas; o simplemente pensar en ellas para más adelante no volver a tropezar en las mismas piedras.
Lo hemos hecho mediante una serie de actividades en las que buscamos caer en la cuenta de qué personas y qué cosas eran realmente importantes en nuestras vidas y a continuación buscar en nuestras relaciones con cada una de ellas las heridas que les podíamos estar generando. Acabamos con este modo de proceder quemando los papeles en los que habíamos anotado nuestros desaciertos. Terminamos con un mensaje de perdón que nos acompañase en adelante: “Anda, y en adelante no peques más” (Jn 8, 11c)
Gracias a todo esto todas hemos podido llegar a caer en la cuenta de que, como el Señor nos enseñó, no estamos sujetos a la ley del rencor o de la venganza, sino que podemos perdonar y liberarnos de ese peso.