Voluntariado en Paraguay con espíritu Spínola
Irene, Isa y Lucía son tres antiguas alumnas de nuestros colegios de la Fundación Spínola y han compartido con nosotras en la Residencia Cardenal Spínola cómo fue su experiencia de voluntariado este verano en Paraguay.
Hemos querido hacer foco en tres preguntas para poder extraer toda la riqueza de esa vivencia.
¿Qué sentiste al compartir tu testimonio de voluntariado en Paraguay con las residentes?
Irene: Compartir mi experiencia de voluntariado con las residentes para mí fue un regalo, un regalo de verdad porque me dio la oportunidad de compartir mi experiencia. En primer lugar escuchar a mis compañeras, Lucía e Isa, me ayudaba a colocar muchas cosas de mi experiencia. Y poder compartir mis emociones vividas también me ayudaba a ponerlas nombre y ordenarlas. Por otro lado, el acogimiento de las residentes junto su respeto e su interés fueron esenciales en la creación de la atmósfera familiar y cómoda que se creó.
Isa: La Residencia es especial. Hace nada era yo la que escuchaba el testimonio de otras personas y ahora tener la oportunidad de poder trasmitir lo que un día me contaron a mi y que fue el “empujón” que me hizo lanzarme a vivir la experiencia.
Lucía: Siento que mi experiencia allí todavía tiene sentido. A veces me pregunto qué puedo hacer con todo lo que viví, y siempre me viene a la cabeza una frase de una hermana de allí «sed ojos y voz de este país, de este barrio y de estos niños». Compartir mi experiencia me hace sentir útil, igual que en mí alguien despertó esa luz, ojalá yo haya podido hacerlo con alguna chica de las que estuvo escuchándome.
¿Es lo mismo tener la experiencia de voluntariado que no tenerla?
Irene: ¿Qué si es lo mismo tener la experiencia de voluntariado o no tenerla? Rotundamente no. No puedo describir ninguna experiencia de voluntariado que no sea la mía pero si creo que es una experiencia que no puede deja a nadie indiferente, creo que es una realidad que inevitablemente, si eres una persona humana, te remueve. Desde mi experiencia puedo decir que a mi el voluntariado me ha enseñado mucho, ha cambiado mi manera de mirar la vida y a la humanidad.
Isa: Al final, es cierto, que todos conocemos algo que otros llaman “Tercer Mundo” (aunque a mi no me gusta llamarlo así), pero no es lo mismo escuchar experiencias u opiniones que poder ponerle cara, olor… Saber realmente que se vive allí y como se vive, poder tocar tu mismo esa realidad y vivirla en primera persona.
Lucía: No es lo mismo, igual que la cata de un buen vino, no es lo mismo que te lo cuenten a probarlo. Ir es despertar, es abrir los ojos, es quitar capas, abrir «la mochila» y estar dispuesto a «dejarse hacer», ¿cómo puedes hacer esto si no vas?
Tres razones para ocupar el verano, sí o sí, en una zona desfavorecida.
Irene: Probablemente no podría elegir tres razones para ir si o si a un voluntariado en verano en zonas empobrecidas, pero tres razones que me parecen importantes son:
1ª porque tienes la oportunidad de redescubrir la vida y la humanidad;
2ª Porque vas a vivir algo extraordinario, vas a crecer, vas a aprender y te vas a llenar de amor; y
3ª Porque tenemos que acoger la responsabilidad social de hacernos conscientes de las distintas realidades del mundo.
Isa: 1ª Tener la posibilidad de dedicar tu tiempo a alguien que realmente lo necesita. Hay oportunidades que solo aparecen una vez.
2ª Hacer un paréntesis y vivir de una forma real, sencilla… y no como aquí nos lo pintan. Experimentarlo todo en primera persona.
3ª Crecer.
Lucía: 1ª Nunca es buen momento para salir de la zona de confort, por eso tienes que ir.
2ª El corazón agradecido de verdad y «la mochila» llena de nombres.
3ª No es lo mismo ir que no ir, si vas es para siempre, si no vas, y nunca vas, también es para siempre.